08 mayo, 2013

Mil corazones

¿Qué es? Me traicionaste, me humillaste, me despojaste de todo lo bueno que había en mí y aun así tu rostro sigue siendo lo primero que recuerdo al despertar y lo último que veo antes de quedarme dormido. Me absorbiste el alma con una pajita, condenándome a esta existencia fría y vacía de cualquier sentido, un sentido que solo tú puedes darme. Te entregué un tiempo que nunca recuperaré, un tiempo que perdí para siempre y que aun así echo de menos como aquel que se ahoga echa de menos el aire que respira.

Puse mi corazón en tus manos y lo mordiste, lo despedazaste, lo hiciste añicos sin ningún tipo de compasión, bajo ese halo de niña buena que siempre tuviste y que aún hoy posees. Confié y perdí, pero no fue ese mi error: mi error es el saber que volvería a confiar en ti mil veces, en que te daría mil corazones para pudrir con tu hipocresía si con ellos pudiera comprar un sólo segundo de esa risa que tanto adoraba provocar. Esa risa por la que lo entregué todo, esa risa que me alejó del mundo pero que me acercó a ti, haciéndome probar ese dulce y efímero néctar que llaman felicidad.

Me destruiste por completo. Acabaste con mi infancia, lo que más amaba en este mundo, y yo te pagué ofreciéndote mi amor, mi comprensión, mi vida entera. Hiciste lo que quisiste conmigo, jugaste con mi mente como un bebé con un sonajero, y aun así no puedo dejar de pensar en los buenos momentos que vivimos juntos y en cómo me gustaría que volvieran. No eres nadie, tan sólo un fantasma que a veces atraviesa mi corazón y me hace sentir ese escalofrío que lo es todo para mí. En tal pelele me has convertido que las llamas con las que incendiaste mi alma siguen siendo la única lumbre que me da vida en esta fría noche que es mi vida sin ti.

¿Qué es? ¿Es amor? ¿Es dolor? ¿Rendición, obsesión, desesperación? Es la maldición de tu sonrisa. La que tanta desdicha me causó y que tanto echo de menos cada día junto a mí.

24 marzo, 2013

Perdóname

Perdóname por no poder luchar contra lo imposible, por caer, por ceder, por ondear una bandera blanca ahora que todo es tan negro. Perdóname porque mis palabras ya no sean las mismas, ni tampoco mis actos, pero ya me cansé de mantenerme en pie sin importar lo que sucediera. Perdóname si alguna vez cambio, si alguna vez cambié, si alguna vez volvemos a encontrarnos y no reconoces a aquel aprendiz de hombre que te enseñó a amar tan fuerte. Perdóname por todos los "te quiero" que no podré repetir, por los silencios que han destruido todo lo que una vez fuimos.

Perdóname por no poder cumplir mis promesas, por haber hablado tan sinceramente cuando debería haber sido más realista, por esta realidad que ha cambiado y nos ha aplastado, sin darnos la oportunidad de levantarnos y vencer. Perdóname por vivir tan apegado a la realidad, por no poder volar entre nubes de algodón, por no haber podido acompañarte en aquel viaje que tantas veces realizaste. Perdóname por esta derrota absurda y cruel, por no poder darte lo que te mereces, por no poder darme lo que me merezco. Perdóname por esta mentira en la que nos obliga a vivir la realidad... porque aunque todo esto haya sucedido, sabes que no puede ser auténtico.

Perdóname por adorar a ese Destino tan cruel con nosotros, por resignarme y continuar con una vida que nunca será igual, por este presente que no nos pertenece. Perdóname por este punto y final con el que ha terminado esta historia, esta última página que ninguno de los dos pensó que llegaría hoy, en este día turbio y gris como mi alma.

01 marzo, 2013

Read and write

Read and write, read and write, it's all about read and write. All day, all night, seven days a week, twenty four hours a day. That's all we need, the real base of our existence, 'cause without that, we wouldn't exist. We were born to that, and that's what we are. The rest of the world doesn't matter: we don't fit with it, or maybe is the world the one who doesn't fit with us. That's a question I'm not able to answer. The only thing I'm able to do is to read and write, all over the day, all over the night, all over my life. Read and write, read and write, that's the whole and only reason of my beint. That's why I'm here today and the reason for that, one day, I'll pass away.

No recuerdo quién dijo aquellas frases, en Dios sabe qué entrevista perdida en el tiempo y el espacio. Jamás leí una línea de aquel escritor perdido (porque si de algo estoy seguro, es de que aquel tipo se dedicaba al noble y poco remunerado arte de la literatura), pero aquellas palabras marcaron mi vida para siempre, abriéndome un mundo nuevo en el que algo que siempre había estado ahí se abría ante mis ojos con todo su esplendor. Y es que, en el fondo, todas las grandes frases tratan sobre eso: verdades evidentes que, por una u otra razón, somos incapaces de ver a simple vista.

Read and write. En última instancia, eso es lo único que hago, lo único que he hecho siempre en mi vida. Aprendí a leer muy joven, demasiado tal vez, aunque dicen que nunca se es demasiado joven para aprender algo, y más en este mundo caótico y frenético de vagabundos universitarios y millonarios de quince minutos. Eso fue un hecho determinante en mi vida, puesto que desde mi más tierna infancia, fui capaz de ver y entender cosas que nadie más podía.

Pasaba las horas leyendo. Bueno, leer es un término demasiado suave. La palabra es devorar. Devoraba los libros con auténtica ansia, con esa pasión mezclada con inconsciencia, con esa extraña, torturadora y placentera sed de quien es joven y curioso y sabe que el conocimiento es lo único a su alrededor que merece la pena cambiar por esa rara y premadura infancia. Ya entonces era capaz de entender, aunque fuera en un estrato muy profundo de mi subconsciencia, que leer es algo más que lo que tú, estimado lector, estás haciendo en este momento.

Ya entonces comenzaba a entender que leer es un acto que se podía realizar con todo, absolutamente todo lo que me rodeaba. Desde entonces no he dejado de aprender, en cuantos campos del conocimiento he podido aprender: comencé a estudiar Historia, puesto que era necesario para leer las historias que los edificios, al pasear por la calle, me contaban; estudié también Psicología, para leer mejor los rostros de la gente, lo que sus palabras y sus mismos textos decían; estudié Sociología, Economía, Genética Básica, Metafísica Interestelar, qué importa el campo, mientras sea fértil. Importan los frutos.

Leía, leía, leía y volvía a leer. Esa sed se apoderó de mi, sin dejarme sentir nada más, sin permitirme sentir ni siquiera esa misma sed. Se transformó, se volvió potente y sutil, potente y sutil, cada vez más potente y sutil. A cada paso que daba, a cada mirada que mantenía, a cada palabra que dejaba el suave papel y se enfrentaba a la dura maquinaria de mi cerebro, esa sed se convertía en la base de mi existencia, en la razón para salir un día más de la cama y enfrentarme a ese mundo cruel y retorcido que Dios, en su infinita sabiduría, puso ante mis ojos en aquel cada vez más lejano día de verano de mil novecientos noventa y uno.

Ya estaba medio completo, en cierta forma. Había encontrado, sin haberlo buscado jamás, la base de mi existencia, el motivo que daba alas a mi cuerpo y mi mente, la razón suprema y fundamental para que mi alma no huyese atormentada de mi ser. Pero aún había algo que me faltaba, una última pregunta que responder, siempre bajo la piel, latente pero presente. Fue entonces cuando aquellas palabras aparecieron ante mis ojos. Y como Neo al final de Matrix, comencé a verlo todo con un prisma diferente.

Read and write, read and write, it's all about read and write. Porque si leer me dio una razón para despertar cada mañana, escribir es lo que me da el sueño cada noche. Día tras día, en el que enciendo mi fiel aunque ya un poco renqueante laptop y me abandono, en favor de unos seres que no existen más allá de la pantalla pero que para mí son más reales que la mayoría de la gente que veo por la calle.

Me gustaría dar las gracias a aquel escritor, tal vez anglosajón, probablemente americano, nunca asiático, por aquellas palabras que inspiraron mi vida de tal modo. Por animarme a escribir por primera vez, a conocer ese mundo lleno de mundos, esa especie de Alquimia que me obliga cada noche a robarle unas valiosas horas al sueño, un sueño que ya no sabe aparecer si no enciendo antes esta máquina y descargo, casi sin darme cuenta y de formas que sólo yo sabría hacer, todo lo que he aprendido, todas las conexiones que la lectura me ha entregado en un día cada vez más gris y menos brillante.

Read and write, read and write, it's all about read and write. It's not about the world, not about us, not even with me. Simply as a coffee, complicated as the Sun. There's no more, 'cause it's all about read and write. If you can't understand me... don't worry. This is not about comprehension. This is about life.

18 febrero, 2013

Os contaré algo sobre mí

Os contaré algo sobre mí: siempre he sido alguien con poca autoestima. Es así, no sé si porque nací así o porque las circunstancias de mi vida me han hecho ser como soy: lo único que sé es que nunca me he sentido nadie demasiado importante, sino más bien al contrario, como alguien bastante prescindible. Siempre he creído que mi presencia sobra, que no soy nada que no pueda ser cualquier otra persona, que no soy para nada especial. No es porque sea alguien humilde o, como me han llegado a decir, es un papel que adopto para que otras personas se sientan mejor consigo mismas. No: cuando me menosprecio, lo hago de verdad.

Tengo defectos. No me preguntéis cuales, porque no quiero entrar ahí en este momento, pero los tengo. A mi parecer más que virtudes, porque que yo sepa sólo tengo una que realmente me haga diferente a los demás, y es mi capacidad para coger a una persona con la moral más baja del mundo y subírsela hasta el lugar que le corresponde, ni más ni menos. Muchas han sido las personas que han confiado en mí en ese aspecto, y pocas, muy pocas, a las que he fallado. Todas ellas tendrán un lugar especial en mi corazón, pase lo que pase, y algún día me gustaría que supieran que les debo mucho más de lo que ellas puedan deberme a mí, puesto que confiaron en mí para semejante tarea.

Me siento orgulloso de ello, ¿sabéis? De tener esa capacidad. No sé cuánta gente más pueda tenerla, lo único que sé es que yo la tengo. Mis demás virtudes... pues la verdad es que no son para tanto. Cualquiera puede hacer reír, y muchos lo harán mejor que yo. Escuchar también lo hace cualquiera con dos oídos, y la locura es algo cada vez más común en este mundo, para bien o para mal. Tal vez sepa escribir medianamente bien, pero eso no significa nada en un mundo en el que para ser escritor no basta con estar por encima de la media.

El caso es que pienso... Y mucha gente ha recurrido a mí en algún momento. Todas ellas son importantes para mí, no importa si hablamos día tras día o si hace más de un año que no mantenemos una triste conversación por el chat del Tuenti: lo importante es que esa gente siempre me tendrá ahí, y yo también a ellos. Son gente que, en el más que improbable escenario de que alguna vez pida ayuda tras hundirme, no dudarán un segundo en tenderme su mano para que me agarre a ella y, entre los dos, pueda volver a ver la luz. Sé que si alguna vez hago algo así, será porque estoy realmente desesperado: pero sonrío al pensar que tengo a toda esa gente a mi alrededor, si alguna vez se rompiese esa barrera.

Porque no sólo hablo de esa gente a quienes he ayudado, y que no dudarían en ayudarme. No: hablo también de mis amigos, por ejemplo. Hablo de toda esa gente que sonríe cuando nos encontramos, una vez al mes, en alguna fiesta, pero que sé que estarían ahí más allá de ese encuentro puntual. Hablo de tíos increíbles, grandísimos, las mejores personas que pueda uno conocer, ¡y que me consideran uno de ellos! No me gusta decir nombres y no lo haré, pero en serio, se me viene mucha gente a la cabeza, gente con la que siempre puedo y podré contar. Gente que incluso, a pesar de haber cometido errores, sigue sonriendo cuando aparezco en escena. ¿Hay algo más grande que eso, que ser rico de verdad? Dinero hay mucho en el mundo, y aunque no me sobra, tengo más del que pueda necesitar. ¿Pero gente tan grande y que te considere tan grande, que te aprecie hasta el punto de no dudar en llenarse las manos de mierda para sacarte de ella? Hay muy poca, y yo tengo la suerte de contar con mucha más de la que nunca pude soñar.

Podría enrollarme aquí diez párrafos más, pero sería dar vueltas a lo mismo. Sólo quería dejar claro una cosa con respecto a mí mismo: siempre he sido alguien con poca autoestima. Pero gracias a toda esa gente, poco a poco voy pensando que quizás me equivoque y no sea tan malo como pienso. Tanta gente... y no gente cualquiera, tanta BUENA gente, personas impresionantes que me hacen sentir afortunado por estar ahí para lo que necesiten, no pueden equivocarse. No puedo despreciar sus buenas palabras hacia mí, porque hacerlo sería despreciar su juicio, y no puedo. Así que, tal vez, y sólo tal vez, deba pensar que son los pocos que no quieren mi compañía los que se equivocan. No por mí, sino por respeto a toda esa gente, gente a la que quiero y que me hacen ser la persona con más suerte del mundo. No sé si vosotros pensaréis igual que yo, pero a mi entender, la grandeza de uno mismo se mide en base a la grandeza de la gente que te quiere a su lado. Y si eso es verdad... Dios, debo ser grande. Realmente grande.

29 enero, 2013

Frenemy

Eres como una mezcla de lo que más odio y lo que más quiero. Cuando me hablas noto mi sangre hirviendo, poniendo el grito en el cielo, intentando que el mundo vea a la misma mujer egoísta que yo veo; en cambio, cuando no lo haces me descubro a mí mismo buscando tu nombre en mil lugares, notando en mi pecho una especie de opresión, investigando sobre tu vida a pesar de que sé perfectamente que eso no me traerá más que desdicha. Te quiero, pero no puedo vivir contigo, porque tu presencia me irrita y me desestabiliza; te odio, pero no puedo vivir sin ti, porque eres el pistón central del gran motor de mi vida.

Me importas, pero no me importas. Eres un eterno dilema en un puzzle de ocho piezas, un túnel directo a la salida en un laberinto de docenas de hectáreas de dimensión. Una sombra en un mundo de luces, un sol eterno en el fondo del mar más profundo. Un todo que abarca la misma nada, una piedra que vence al papel, una razón y un corazón que luchan entre sí sin posibilidades de vencer, condenados a una pelea sin fin que nunca llegó a comenzar. Lo que siento por ti me destruye, como hizo siempre: pero esa destrucción me da una razón de ser, un motivo para seguir adelante, una moneda más en este eterno "Continue?" que es mi vida.

Eso es lo que eres. Mi vida y mi muerte, una eterna resurrección que odio sin dejar de amar. Ese trato con un Diablo que me compró un billete de ida al Paraíso. Mi amiga. Mi enemiga. Mi frenemy.

18 enero, 2013

Duele

Duele encender la pantalla de mi ordenador y verte en ella. Sonriente, divertida, feliz. Aquel día lo eras, lo sé. Fue la última vez que lo noté, la última vez que me sonreíste saliéndote del alma, la última que te hice llorar de risa y no de pena o de rabia. Duele, ¿sabes? Duele encender la pantalla de mi ordenador y recordar que no soy capaz de revivir ese momento.

Duele entrar en Tuenti, Facebook o Twitter y encontrarte ahí. Ver cómo apenas los usas, cómo el miedo se ha apoderado de ti hasta el punto de que ni siquiera a través de la pantalla de tu ordenador te atreves a hablar conmigo, a contarme lo que te pasa, a decirme la última de las verdades que querrías decirme. Duele, ¿sabes? Duele entrar en todos esos sitios y recordar todos aquellos mensajes que nos enviábamos.

Duele ir a nuestro pub y ver que estas allí. Ver en esa ventana siempre abierta un muro de papel que ninguno de los dos se atreve a quitar, un velo de cristal que deja ver lo que escondes con tan poco ahínco. No sé si es que no sabes, no puedes o no quieres, pero duele, ¿sabes? Duele mirarte a la cara y que tú mires hacia otro lado.

Por eso mi fondo de pantalla es ahora negro. Por eso he eliminado toda posibilidad de contacto contigo. Por eso cogí tu cara llena de lágrimas y te obligué a mirarme a los ojos. Porque sé lo que te pasa, porque sé que no tienes el valor suficiente para decirlo con palabras. Y en el fondo, querida, eso es lo que más me duele.

22 diciembre, 2012

Podría escribir mil páginas sobre ello

Podría escribir mil páginas sobre ello. Sí, podría hacerlo, pero no estoy hoy aquí para eso, sino para contarte con palabras lo que no puedo decirte con gestos, lo que llena mi mente cada día y va oscureciendo mi alma minuto tras minuto, envenenándola con los sucios y crueles vertidos de desprecios abiertos y juegos con dobles sentidos que me regalas día tras día.

Estoy aquí para decirte que no quiero beber más de tus amargos labios, que me aburrieron tus movimientos de gatita insinuante, que no quiero que busques de nuevo ese cordel que nunca quise darte pero que buscas y encuentras siempre que tienes ocasión, siempre que deseas limpiar tu mente durante unas pocas horas y liberarlas del enorme yugo que te supone tu triste y gris vida. Estoy aquí para que te des cuenta de una maldita vez de que comienzas a mostrar signos de debilidad, que esta eterna partida de rol está dejando de divertirte y se vuelve otra obligación con la que cumplir, que tu válvula de escape se está convirtiendo en un callejón sin salida más de todos los callejones sin salida que pueblan tu siniestra personalidad.

Estoy aquí para enseñarte que hay algo más allá de la noche, que no hay mayor debilidad que la de no parar de mostrar tus fortalezas, que se puede ver el amanecer en un descampado sentados en un banco y no sólo desde la parte trasera de un Dodge Caliber. Estoy aquí para poner delante de tus ojos una verdad, que no es otra que la que tú ya sabes pero te niegas a ver, ocultándola entre montañas de pausada ignorancia y sexo desenfrenado, con la inútil esperanza de que los gritos de tus orgasmos puedan acallar los que cada día te regala tu atormentado y desnutrido espíritu.

El caso es que estoy aquí para contarte esa verdad, tu verdad, mi verdad, que no es otra sino que te despiertes ya y te des cuenta de que tu destino no tiene piloto automático y que debes tomar de una vez sus riendas por el bien de todos... pero, ¿para qué? Podría escribir mil páginas sobre ello y no serían más que el prólogo de una historia que no tiene inicio, esta historia de falsas hipocresías y triples morales en la que has convertido nuestras vidas.

16 diciembre, 2012

Es un cabrón

Es algo así como... como ganas de cogerle y partirle la cara, pero a lo bestia. No sé si me explico. Ganas de ir a por él, tirarlo al suelo y darle un puñetazo detrás de otro, sin escuchar sus palabras, sin escuchar a la gente a mi alrededor, sin que nadie se atreviera a acercarse a menos de dos metros.

En serio, no sé qué puede ser. Es que rabia a estas alturas no me pega. ¿Serán ganas de justicia? ¿De hacer con su cuerpo lo mismo que él hizo con mi alma? Me quitó a mi chica, a mis amigos, toda la mierda que tengo encima se la debo a él, todo este sentimiento de impotencia es suyo y sólo suyo.

Qué hijo de puta. En serio, cada vez que lo veo empiezan a temblarme los brazos, como diciéndome "¿Qué carajo estás esperando? ¡¿Le quieres partir la boca de una puta vez?! Mi mente se nubla, mis ojos se secan, y durante un momento lo único que pienso es eso, en saltar la pantalla, en romper las barreras del tiempo y el espacio y partirle uno a uno todos los dientes con unas tenazas. Como hace el dentista con una muela picada que no puede salvar, igual, pero sin anestesia: es más, si pudiera, con lo contrario de la anestesia.

Es un cabrón. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que no es más que yo hace unos cuantos años.

05 diciembre, 2012

Vuelve a mí

Recorro pasillos hasta llegar a mi habitación, de la misma forma que recorro los laberintos de mi mente intentando, con vanos resultados, encontrar un recuerdo que no me ate a ti, una forma de detener las lágrimas que me atenazan cada noche, una razón que venza al corazón.

Todo es inútil. De nuevo tumbado en mi cama, vuelves a mí una noche más suplicando atenciones, caricias, cientos de miles de esos besos imaginarios. Una noche más vuelvo a fantasear con tu presencia en mis aposentos, veinticuatro horas después vuelve a mí esta oscura esperanza que no me ha traído más que sollozos y lamentos. Intento apartarte de mí mediante sucios trucos, imaginándote con otros hombres, machos crueles y estúpidos que serían incapaces de observarte con la luz con la que yo te miro, pero es inútil. Bajo la única luz de la luna menguante todo vuelve, sin mi permiso pero con mi bendición.

Vuelve a mí tu imagen delicada, frágil, sencilla. Vuelve a mí tu sonrisa en la noche, tus ojos encendidos de ilusión, tu piel tersa y delicada. Vuelve a mí la locura infame, el deseo sucio y carnal, la desesperación más dura y ardiente de cuantas pueda conocer el ser humano. Vuelve esta sutil y agridulce tortura, este majestuoso dolor que me da y me quita la vida a su antojo, esta prueba irrefutable de mi masoquismo más sincero. Vuelve a mí todo ello, esta paradoja permanente de querer y no querer, de amar sin poder amar, de odiarte por no poder dejar de quererte tanto al principio y al final de cada día. Vuelve esta debilidad maldita, esta fiebre que me consume día tras día, esta enfermedad que me destroza por dentro sin dejarme vivir un solo segundo en paz. Vuelve esta hipocresía que jamás perdonaste en nadie y mucho menos en mí, este amor que nunca me trajo otra cosa más que desgracia y soledad, este amor que me da la vida... y me hace que desee mirar a los ojos de la Muerte.